El invierno ha llegado, y con él la jodida rutina, el frío,
y la sensación de tristeza. Cada día ella se levanta sin ganas. ¿Para que
hacerse ilusiones que van a acabar en nada? Si no espera nada de nadie, incluso
de ella misma no va sufrir más, nadie va a poder herirla de nuevo, eso piensa
ella y es lo que hace, nada de ilusiones, nada de proyectos, nada de recuerdos,
como si de una máquina se tratara, fría por fuera y muerta por dentro.
Y él es cada día peor,
cada día más egoísta, cada día más extraño, cada día un poco más
desconocido. Pero en su sonrisa aún hay algo de él, aún hay algo del chico que
le prometió amor, del chico que prometió defenderla siempre, del chico que
prometió que nunca la dejaría. Igualmente ella sabe que esa sonrisa hace tiempo
que dejó de pertenecerle y que ahora otra disfruta de ella. La otra… como odia
ver a la otra, con sus amigas, con su chico, con su vida, con todo lo que antes
era suyo.
Y allí está , fría, dura y dibujando una sonrisa como una
imbécil para evitar que se le note, para no tener que confesar que lo echa de
menos. Apoyada en el pasillo ve pasar a sus amigos y parece que ella no está
para ellos, como si al final hubiera desaparecido como tiempo atrás tantas
veces había deseado. Pero ahora es diferente, ella quiere volver a ser la
misma, pero se da cuenta de que eso es imposible porque ahora ya no hay nada de
su anterior vida, en un instante todo a desaparecido.
Puede que ella hubiera estado demasiado tiempo cegada para
no ver como las cosas iban cambiando, pero es que ahora de verdad quiere
recuperar su sonrisa, su brillo en los ojos y su vitalidad y sobretodo quiere
ser feliz. Y se da cuenta de que eso no va a pasar.